domingo, 14 de diciembre de 2008

Apuntes para la presentación del libro “Algunos escritos y algo de reflexión”

Por: Juan Díaz Yarto


Una de las cuestiones importantes contenidas en el libro de Jorge es la recuperación de la memoria colectiva de los habitantes de la ciudad de Mérida. De forma tradicional, para los mayas, el pasado tiene una importancia primordial en el funcionamiento de la vida que se construye día a día. El autor, quizás por su ascendencia tradicional maya, comparte esta cosmovisión. Si en los registros históricos se constata que los mayas ejercitaban la memoria familiar y social hasta por diez generaciones, Jorge siguiendo este ejemplo, se empeña en historizar su vida dejando el testimonio de sus encuentros con personas mayores, con la transformación del paisaje urbano, con la desaparición de las tradiciones y en general, con los valores humanos. Y tal vez, lo más preciado de este ejercicio, es lo que él no revela abiertamente, pero que se descubre en la forma de acentuar la necesidad de construir otro “puente” más entre la conservación y el almacenamiento del pasado y su potencial recuperación en la construcción de un futuro sin olvido. Es decir, que su insistencia por dejar un testimonio definido de lo que el presente está dejando de incorporar en aras de la modernidad, responde a una actitud con cierto grado de voluntaria inconsciencia, pues al testimoniar una experiencia, que no tiene en los jóvenes el efecto inmediato que él desearía, está convencido de su trascendencia en el ejercicio de la memoria circular y compleja que forma parte de la cultura maya actual. Así entonces, la necesidad de recuperar la memoria y el ejercicio de recordar son dos impulsos esenciales que dan un singular perfil a este libro.
Reconocer sobre todo el valor humano de las personas que le han dejado lecciones de vida importantes, es un recurso literario en el que se respira un ambiente familiar, en el que la imagen paterna está vigilante de la pluma del autor para garantizar la continuidad de ciertos valores sociales.
Jorge eleva en su texto un insistente juicio de valor a favor de las personas mayores, pero no así de los jóvenes, lo que por su edad resulta sugerente ya que es hijo y padre al mismo tiempo. Con esa actitud de maestro en ejercicio constante intenta cuidadosamente ofrecer lecciones de vida a la juventud para que reflexione la deuda moral que tiene con la sociedad que paga sus estudios académicos, y con profesionalismo retribuya positivamente a su mejoramiento y conservación. El autor mantiene a lo largo de sus escritos, un insistente llamado a que seamos testigos de que la fisonomía de la ciudad y las tradiciones sociales se están perdiendo, o que están teniendo un proceso de transición diferente al que él desearía.
Jorge vive y se confronta con esa parte de la modernidad que destruye el paraje pasado y, según su visión, no aporta ideas o cambios que mejoren la vida tenida y aunque entiendo sus argumentos, me quedo con la pregunta que tiene diferentes respuestas: ¿Cuál es el valor de los cambios irreversibles que la “modernidad” ha traído a la ciudad y a sus costumbres?
Es destacable el reiterado retorno a su experiencia familiar y especialmente al ejemplo de un padre con carácter fuerte y disciplinado, que le enseñó a amar y respetar a los demás, y que le dejó, entre otras, una máxima que el autor práctica a pie y juntillas: “en la vida has amigos, no enemigos”.
Jorge no deja de ser un profesional de tiempo completo, y como economista expresa en su libro la necesidad de habitar una vida a partir de un proyecto de vida integral enfocado a alcanzar tanto satisfacciones y metas sociales, como personales. Considerando que como él, todos aquellos que han tenido el gran privilegio de educarse en alguna de las universidades del país, deben asumir la responsabilidad de transmitir a la sociedad su mirada profesional de la realidad, impulsa la idea que se debe actuar intentando perjudicar a terceros con el quehacer social y profesional. No se trata de estar inocentemente seguro de que todas las acciones emprendidas en la vida deban ser positivas y correctas, sino que más bien, procurar que éstas carezcan de la arbitraria actitud de pasar por encima del otro.
Por este motivo insiste especialmente en que las lecciones sobre este compromiso profesional y social deban estar escritas para que las jóvenes generaciones las lean y sigan actuando en consecuencia. Para ejemplificarlo, recupera anecdóticamente pasajes con personas que él considera importantes en el terreno humano y profesional, evitando reconocerse como orientador, y sí como alguien que está en el proceso de aprendizaje permanente.
El mensaje por recuperar la importancia de escuchar y de conversar tiene mucho sentido en la estructura del libro, pues estas dos acciones ejercen la tarea de revitalizar la memoria colectiva.
Este libro de Jorge es uno más que refuerza sobre todo su libertad para escribir sobre los temas que le preocupan, rompiendo con el principio de escribir lo que manda tu actividad profesional comprometiéndose con su ética de vida y arriesgándose a cumplir modestamente el papel de cronista de su ciudad. En este ejercicio arremete contra la posición oficial al destacar la existencia de una parte de la ciudad que está más allá de la reflejada en la propaganda turística, ejercitando en carne propia la apuesta de convertirse en un ser humano integral; y porqué no, en un sujeto entrampado en la complejidad de la realidad cotidiana, de la que se da cuenta e intenta dar cuenta sin otra pretensión que abrir otro espacio de polémica.

Mérida a 10 de enero de 2006

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